Naum
Gabo, un pionero del arte constructivo, nació en Rusia en 1890. Comenzó a hacer
escultura en Noruega en 1915, cuando tomó el nombre de Gabo. Él y su hermano
Antoine Pevsner, regrresaron a Rusia en el momento de la Revolución. En 1920,
Gabo escribe el Manifiesto Realista,
una expresión de los objetivos y la filosofía detrás de su arte, que fue
firmado por Antoine y fue publicada en las calles de Moscú. En 1922 Gabo dejó
Rusia y viaja a Berlín, para exponer en el Erste Russische Kunstaustellung (la
primera exposición de arte ruso). No regresó a Rusia hasta 1962 cuando visita a
su familia, pero vivió y trabajó en Berlín hasta 1932, haciendo esculturas
construidas y una serie de proyectos arquitectónicos.
En
1932 se fue de Alemania a París donde permaneció hasta 1936, cuando fue a
Inglaterra. Durante su tiempo allí, editó Círculo: Encuesta Internacional de
Arte Constructivo (1937) con Leslie Martin y Ben Nicholson; participó en una
serie de exposiciones y se casó con Miriam Israels en 1936. Visitó y expuso en
los EE.UU. en 1938, pero pasó la guerra en Cornwall, donde su hija, Nina,
nació. La familia dejó Inglaterra para instalarse en los EE.UU. en 1946.
Gabo
expuso ampliamente tanto en los EE.UU. como en Europa, y dio conferencias en la
Universidad de Yale, Harvard y Chicago. Tomó la ciudadanía estadounidense en
1952, enseñó en la Escuela de Graduados en la Universidad de Harvard de
Arquitectura (1953-1954). Gabo completó una serie de grandes labores,
incluyendo una escultura de 25 metros de altura para el edificio Bijenkorf en
Rotterdam. En 1971 se le concedió un KBE honorario por la reina Isabel II.
Siguió recibiendo honores, premios, comisiones y reconocimiento internacional
hasta el final de su vida. Murió en Connecticut en 1977.
CONTEXTO
HISTORICO
- Crisis social interna del Imperio Ruso
- Crisis económica y salida de la Primera Guerra Mundial del Imperio Ruso.
- Inicio de la revolución de octubre.
- Guerra civil Rusa.
- Inicios de la Primera Guerra Mundial.
- Periodo entreguerras
- Aparición del Cubismo como matriz de las vanguardias a inicios del siglo xx.
INFLUENCIAS
Estudios de Ingenieria en la Universidad de Munich.
Heinrich Wölfflin. Definió la historia del arte como una historia más bien independiente del contexto social, económico o religioso.
Cubismo durante su visita a Paris y durante su estadia en Noruega.
Aparición e impulse de movimientos modernistas como el cubismo, impresionismo en Inglaterra década de 1930.
Estudios de medicina. Durante su formación como médico, Naum había aprendido a hacer construcciones tridimensionales para ilustrar fórmulas matemáticas, de modo que lo que surgió fue una fusión de una visión artística y un método científico".
ETAPAS
-
Etapa primera (inicios): Naum Gabo comienza a pintar y dibujar en 1907; en
1910, tras una breve estancia en Berlín, se instaló en Munich, donde se
matriculó en la Facultad de Medicina y posteriormente en la de Ciencias
Naturales e Ingeniería; asistió además a los cursos de Historia del Arte de
Wölfflin y conoció la obra de Worringer.
-
Etapa segunda (analítica): Las primeras obras que Naum Gabo realizó entre 1915 y
1917 son cabezas y torsos "constructivos", deudores de la
descomposición de volúmenes en planos del cubismo analítico. Regresó a Rusia al estallar la
Revolución de Octubre y se instaló en Moscú, compartiendo taller con Pevsner;
mantuvo contactos con Kandinsky, Malevich y Tatlin, en un período de grandes
discusiones teóricas. En 1920 realiza sus primeras construcciones cinéticas y
redacta, con Pevsner, el Manifiesto Realista,
donde por primera vez habla de constructivismo.
-
Etapa Tercera (auge): Con el tiempo su escultura
evolucionó hacia los grandes formatos y adoptó escalas relacionables con las
dimensiones de las obras arquitectónicas.
-
Etapa Cuarta (de catedra): En 1932 se instala en París
y se une al grupo Abstracción-Creación, y en 1939 se traslada a Londres y
participa en la exposición Abstract Art of Gabo, Pevsner, Mondrian and Domela en el Wadsworth Atheneum en Hartford
(Estados Unidos), y en la muestra Cubism and Abstract Art, organizada por el Museo de
Arte Moderno de Nueva York; en 1939 su obra está presente en Réalités Nouvelles en París. En 1946 abandonó Londres;
desde entonces vivió en los Estados Unidos, enseño en Harvard y falleció en
Waterbury en 1977.
La obra de Naum Gabo se caracteriza por una constante
investigación espacial llevada a cabo de forma científica; se interesa por los
nuevos materiales industriales, en especial los transparentes, que le permiten
construir superficies regladas y desarrollables, elementos que materializan
ecuaciones matemáticas tridimensionales y exploran el espacio entendido en su
sentido metafísico.
SOBRE SU MANIFIESTO
Los hermanos rusos Naum Gabo (Naum Neemia
Pevsner) y Antoine Pevsner redactaron, en 1920, el manifiesto Constructivista,
también llamado manifiesto realista.
La aproximación científica al arte de Gabo,
sumada al conocimiento de las técnicas artísticas de Antoine, dio como
resultado un arte nuevo, y concretamente una nueva concepción de la escultura.
Aquí, el concepto de masa tradicional era abandonado en pos de una nueva valoración
de la profundidad del espacio y, por ende, del vacío.
Aunque el Constructivismo ya había dado sus
primeros pasos en 1914, su presencia se intensificó tras la Revolución rusa de
Octubre. En 1920 el primer manifiesto, redactado por Gabo Diem y Alkséi Gan,
había ya consolidado la idea de un arte constructivo. Pero el manifiesto que
ahora nos ocupa supuso una escisión dentro de este movimiento. La idea era
incluir, dentro del nuevo impulso constructivo del arte soviético, un singular
núcleo espiritual. Sólo la vida, sus leyes y movimiento incesante, podían
servir de base a un verdadero arte realista. Por esta razón en su denuncia de
toda abstracción alejada de los hechos de la vida, el manifiesto de Gabo y
Pevsner atacó con igual dureza a Cubismo y Futurismo.
Si el cubismo se limitaba a arañar la
superficie del arte mediante artimañas formales que no lograban penetrar la
esencia misma de las cosas, el futurismo proclamaba a su vez el nuevo reino de
la velocidad valiéndose de una impotente sucesión de imágenes estáticas,
incapaces de apresar la esencia del movimiento.
Hoy todos sabemos que el simple registro
gráfico de una secuencia de movimientos momentáneamente fijados no puede
recrear el movimiento. Solo recuerda al latido de un cuerpo muerto.
Y era precisamente ese latido que faltaba en
las propuestas conceptualizadas de sus contemporáneos, el que los dos hermanos
pretendían devolver al arte. La vida no está condicionada por el encanto
estético de sus formas accidentales; el crecimiento, la reproducción, el
infinito sucederse de sus manifestaciones, no obedece a un programa dirigido
por el concepto humano de belleza. La vida simplemente es; la existencia es el
hecho irrefutable al que el arte debe tratar de corresponder con los limitados
elementos de los que dispone.
Gabo y Pevsner se propusieron engendrar sus
obras con el “espíritu exacto del compás”, con la precisión e inexorabilidad
con la que el universo multiplica y da lustre a sus infinitas manifestaciones,
es decir, no obedeciendo a un programa de belleza, sino a la simple y pura
construcción, a la captación de los ritmos vitales contenidos en un objeto.
En el manifiesto Realista, sus autores
incluirán una declaración de principios resumidos en cinco puntos esenciales.
Entre ellos llama la atención su renuncia al color como elemento pictórico, por
considerarlo mera impresión superficial del objeto. También la línea
descriptiva y el volumen serán despreciados a favor de la profundidad. Las
esculturas de Gabo y Pevsner, fruto de estas consideraciones, emergen en el espacio con la latencia propia
de un organismo vivo, ligeras, sembrando las calles de cuerpos nunca vistos,
pero abrumadoramente existentes.
Gabo y Pevsner concibieron un arte del
presente y para el presente, un arte de la vida y para la vida; en oposición a
todo afán profético se esforzaron en acercar el arte, en su esencia más pura, a
los hechos, emulando en sus construcciones el incomprensible milagro de la
existencia. Su empeño fue el de trasladar el arte al ámbito de lo cotidiano,
hacer de su presencia un continuo recuerdo de nuestra excepcionalidad, de su
cercanía un constante estimulo, de su existencia un motivo para comprender un
poco mejor la nuestra. Su esperanza queda patente en estas últimas palabras de
su manifiesto:
“Hoy proclamamos ante todos nuestra fe… El
arte debería asistirnos allí donde la vida transcurre y actúa: en el taller, en
la mesa, en el trabajo en el descanso, en el juego, en los días laborales y en
las vacaciones, en casa y en la calle, de modo que la llama de la vida no se
extinga en la humanidad.”
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